
17 May LA COLECCIÓN DE ÓLEOS DE PEDRO CANO (I)
La colección de óleos que exhibe la Fundación Pedro Cano en su primera planta está compuesta por treinta obras con una cronología que abarca desde 1955 hasta el año 2000. De ellos, dos se pintaron cuando era niño, cuando empezó su andadura por la pintura; un pequeño grupo, compuesto por cuatro obras, son piezas realizadas en la Academia De San Fernando de Madrid; una gran parte de la sala exhibe partes de importantes ciclos temáticos, como Alrededor de la ausencia, Hortus, 59E. 7th Street, Puentes o Il Fiume; y, para finalizar, dos grandes óleos que representan el corredor del Museo de la Muralla en Porta San Sebastiano, en Roma.
Las obras que hoy forman la colección de óleos de la Fundación Pedro Cano son un excelente repertorio para apreciar la evolución estilística del pintor. Son en fruto de una búsqueda incansable de su propio estilo artístico. Cuando era niño siempre estaba pintando; de esa época son las dos primeras obras Almendros (1955) y Bodegón (1957). Unos primeros cuadros de temática costumbrista, realista, muy apegada a los cánones propios de su pueblo, Blanca.
A partir de este momento la pintura al óleo se convierte en uno de sus métodos habituales de expresión y se intensifica en su periodo madrileño en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, donde el carboncillo y el óleo son prácticamente sus únicos materiales de trabajo.

Del periodo de Bellas Artes nos encontramos con Bombilla (1965), un ejercicio de la clase de naturaleza muerta del Preparatorio de Pintura. Fue realizado durante una clase de Antonio López en la que el maestro pidió a los alumnos que trabajasen sobre algún elemento que tuviesen a su alrededor, y Pedro centró su atención en el techo.
Por otro lado, junto a esta obra encontramos Legazpi (1967), un trabajo ejecutado desde la ventana de su estudio en Madrid, en el cual se aprecia la necesidad de investigar de forma independiente y de abrirse a nuevos caminos plásticos. Comienza a tener un lenguaje más libre, se aprecia un toque de caligrafía personal, frente al rigor y la obligación de la Academia. En este cuadro el color predomina sobre la línea y se debe contemplar desde la distancia. El paisaje se nos muestra fragmentado mediante una franja que oscurece la parte central del cuadro, como si la ciudad hubiese quedado en tinieblas. La mancha de color triunfa desdibujando los perfiles de la ciudad y crea una atmósfera que hace vibrar toda la escena.

La pintura de Pedro Cano se define dentro de unos orígenes realistas, pero no volverá a un realismo tan minucioso propio del maestro Antonio López, sino que es libre de soltar la pincelada. De ahí que muchos cuadros tiendan más a la abstracción y otros sean más realistas. Esa conjunción abstracción-realismo pesa en toda su obra.
Es un pintor valiente, igual demuestra que maneja la perspectiva o la fuerza en función de lo que quiere expresar. En su serie Camas se confunden los fondos con las sábanas, los colores… todo flota en el ambiente. Y sin embargo, lo que en principio son unas formas más o menos abstractas, quedan fijadas en el cuadro por medio de una serie de líneas que constituyen el tema central, la cama. Camas, Interior con hombre (1973) o La maleta (1984) son cuadros muy libres.
El viaje es esencial para él, de ahí que siempre veamos en su obra objetos como la maleta o equipaje. Sin dejar a un lado lo que el viaje representa: la ausencia, la presencia de seres queridos que te llevas en las fotos, etc… También apreciamos en estas obras un estudiado uso de la policromía, con colores armónicos y cuya finalidad es llegar a un expresionismo abstracto mucho más lírico, una abstracción más poética de su pintura.

Nunca perderá, a lo largo de su carrera, esta formación clásica que comenzó en Madrid y continuó en Italia. La obra Pompeyano (1981) es un homenaje a la pintura pompeyana. En ella se percibe el amor que siente Pedro Cano hacia la pintura clásica. En el centro aparece el retrato del panadero Publio Próculo y su mujer, sobre los que gira el resto de la escena, que se nos presenta compartimentada en una especie de misteriosas casillas numeradas (homenaje a Tapies) que albergan herramientas del pintor. Aparece el color rojo pompeyano y se establece un juego con él, con la textura de las paredes, con el rostro de la mujer, es como un juego con el propio arte.

Dentro del ciclo temático Alrededor de la ausencia nos encontramos con una obra que pertenece a una exposición que el artista realizó en Roma en 1974 y que el propio Pedro nos describe con sus palabras.

Nuestro repaso por la colección de óleos de la Fundación Pedro Cano continuará en una próxima entrada. Si te ha gustado este contenido, no olvides comentar y compartir en tus redes sociales.
Manuel Ruiz Zapatero
Publicado a las 13:57h, 17 mayoGrandes Oleos y muy didactuca la cronología y comentarios.
fundacion
Publicado a las 10:19h, 20 mayoMuchas gracias, Manuel. Encantados de que el contenido sea de su agrado. Cada semana subiremos nuevo contenido al blog. Un saludo.
Emanuela Chiavoni
Publicado a las 20:49h, 17 mayoCollezione importante. Rappresentazioni suggestive e potenti! Grazie Pedro!
fundacion
Publicado a las 10:20h, 20 mayoMuchas gracias, Emanuela. Cada semana subiremos nuevo contenido al blog. Un saludo.
Leila Bergamini
Publicado a las 08:29h, 19 mayoUn percorso suggestivo di poetica commozione, ricco di interiorità grazie ad un linguaggio raffinato ed essenziale.
Grazie per questa visita virtuale.
fundacion
Publicado a las 10:23h, 20 mayoMuchas gracias, Leila. Cada semana Pedro iremos mostrando lo que podéis encontrar en el museo. Saludos.